Desde que vivo en Heredia, hace ya unos 11 años, paso con regularidad por el restaurante Casa Azul, en San Josecito de San Isidro de Heredia. Nunca tuve o hice el esfuerzo real por pasar a comer y disfrutar la experiencia.
Eso fue hasta que este año, anticipándome a la celebración del 14 de febrero, decidí pasar un sábado a cenar con mi esposa.
El lugar es una casa vieja, de madera que transmite una vibra de zona rural, de la montaña. El interior es igualmente sencillo pero acogedor, uno se distrae fácilmente con los detalles y desde la mesa podíamos ver la cocina donde se elaboran los alimentos.
La atención es buena, incluso admirable al ver como una sola persona logra tener todo el salón a su cuidado. Eso sí, esta persona se la pasa corre que corre entre las mesas y la cocina.
Al llegar nos ofrecieron una cortesía de pan artesanal con queso y tomate. En otros lugares posiblemente te la venderían así que eso fue algo bueno sin duda.
Para compartir y sabiendo que era un sábado con mucha gente, decidimos ordenar una ensalada capresse entre lo que llegaría el plato fuerte.
Ensalada capresse
De la entrada puedo decirles que venía acompañada de más de ese pancito artesanal tan rico que hacen ahí. El tomate con sus trozos de queso y una albahaca que tenía un sabor ligeramente distinto al que uno está acostumbrado.
Nos explicaron que es una albahaca silvestre que cosechan en la propiedad. En el plato incluso se tomaron el tiempo de tomar parte de la flor de esta para decorar la ensalada.
El queso si que me pareció distinto al mozzarella que tradicionalmente se sirve con esta ensalada, pueden verlo en las fotos, no sabría decirles si se les acabó la mozzarella o esa era la interpretación del chef de este clásico italiano.
Paella
Quien nos atendió nos dijo que la paella era la especialidad, que la mayoría de personas llegan al lugar y regresan por este plato. Con esa recomendación decidimos pedir entonces la que es con mariscos.
Es quizás este plato el que definitivamente no me gustó. Y digo no me gustó en lugar de está feo, está mal hecho o “así no es la paella” que algún otro usaría solo por la polémica.
Insisto en que a mí, también a mi esposa, no nos pareció un plato que volveríamos a probar y menos recomendaríamos basados en nuestra experiencia.
¿Por qué? Empecemos con algo básico como el arroz.La paella emplea un tipo de arroz específico, que tiene la capacidad de absorber más agua que el que regularmente se cultiva y consume en Costa Rica. Sin embargo, esta paella tenía un arroz como el que usted y yo comemos en el casado.
Lo segundo que a mi no me gustó es que llegó con una capa de agua en el fondo. Cuando he asistido al concurso de paella, cuando he ido donde paelleros, cuando he visto receta de cocineros, en general nunca he visto que le quede ese fondo caldoso.
Y por qué creo que eso es importante, un ejemplo, una paella tiene en el fondo una especie de costra que no es un error de quien la cocina, no, es más bien algo que demanda algo de técnica y se le conoce como “socarrat”.
Si usted ve las fotos de la paella que nos sirvieron, notará que con esa cantidad de líquido que tenía la que nos sirvieron, jamás se podría formar este socarrat.
Un último punto, claramente no tan importante a nivel de sabor pero sí visualmente, es que la paella es de una coloración intensa dada por el azafrán o por el colorante de grado alimenticio que se le añade para reducir costos a causa del precio elevado del azafrán.
Pero la de Casa Azul si bien no era blanco, como el arroz de un casado, se notaba que le faltaba. Aunque no influye en el sabor, lo señalo porque como dicen todo entra por la vista.
La paella de mariscos tenía una cantidad abundante de camarones, pescado, almejas y mejillones. Eso me agradó bastante, ya que no se ponen tacaños con los ingredientes.
Hago en este apartado, el de los ingredientes, una acotación personal. No me agradó tampoco que una paella de mariscos tuviera aceitunas.
Si bien es cierto que son muy mediterráneas, pienso que su sabor es tan intenso que le quita protagonismo a los mariscos, que deberían de ser los grandes protagonistas. Tampoco me encantó que tuviera brócoli o zucchini.
También es importante decir que si bien normalmente la paella de mariscos (ni la valenciana) incluye aceitunas o brócoli, no hay nada que impida incorporarlos o que diga que esté mal. Es cuestión de gustos del cocinero y se respeta.
Conclusión
La atención es muy buena, muy cercana o cálida. Se nota que quienes atienden se esmeran en que uno lo pase bien.
La variedad de platillos es amplia, sin ser exagerada. Es un lugar lindo, en especial por las noches y tienen una variedad de vinos a precios que por lo que me fijé al vuelo, están aterrizados.
Personalmente no volvería, como a todos nos pasa probablemente, porque no me agradó la sensación de pagar por algo que no me gusta y no quisiera gastar otros ¢30.000 (que fue aproximadamente lo que pagamos por dos personas) para descubrir si el resto del menú me atrae o no.
Desde luego que hay experiencias de experiencias y si usted es cliente e incluso lo recomienda a ojos cerrados, yo le creo y lo respeto profundamente porque esto de lo que a uno le gusta y le parece rico y lo que no es completamente subjetivo.
La dirección a la tica es Del cruce de San Luis 50 oeste, 800 norte. Toman reservas al 8376-6493 . Abren de miércoles a viernes a partir de las 6 p. m., sábados y domingos desde el mediodía.
En redes sociales los encuentran como Restaurante Casa Azul.