Si bien el Día de Acción de Gracias es una festividad típicamente estadounidense, su origen tiene raíces más universales de las que podríamos imaginar. La primera celebración de esta fecha se remonta a 1621, cuando los colonos ingleses en Plymouth, Massachusetts, compartieron una comida con los nativos Wampanoag para agradecer por la cosecha del año. Este acto de gratitud dio pie a lo que hoy conocemos como Thanksgiving Day, celebrado cada cuarto jueves de noviembre en Estados Unidos. Pero más allá de las fronteras, esta tradición ha ido extendiéndose lentamente, conquistando mesas y corazones.
No se puede hablar de la cena de Acción de Gracias sin mencionar al protagonista indiscutible: el pavo. Cocinado entero, este ave simboliza la abundancia y el compartir. Su preparación es todo un ritual. En muchas casas, se sazona con una mezcla de hierbas como romero, tomillo y salvia, y se rellena con una mezcla que puede incluir pan, apio, cebolla, y a veces hasta frutas. El resultado es un plato que no solo llena, sino que también evoca esa sensación de hogar y unión familiar.
¿Y qué sería del pavo sin el gravy? Esta salsa, elaborada a partir de los jugos que el ave suelta durante la cocción, es una maravilla culinaria. Con un poco de harina y caldo, se transforma en una acompañante indispensable, perfecta para bañar el pavo o el puré de papas que también suele estar presente en esta cena.
La mesa de Acción de Gracias no se limita al pavo. También están los clásicos puré de papas, salsa de arándanos, ejotes con almendras y, por supuesto, el infaltable pay de calabaza como broche de oro. Cada bocado parece estar cuidadosamente pensado para reflejar la calidez y la gratitud que inspiran este día.
Aunque el Día de Acción de Gracias es un feriado oficial solo en Estados Unidos y Canadá (donde se celebra en octubre), su espíritu de gratitud ha cruzado fronteras. En México, algunas familias urbanas han adoptado la tradición, combinándola con sabores locales. Incluso en Costa Rica, no sería raro encontrar algún restaurante que ofrezca un menú especial de Thanksgiving. Es curioso cómo esta fecha, con todo y su fuerte identidad estadounidense, encuentra espacio en culturas donde el acto de compartir siempre ha sido clave.
Uno de los elementos más llamativos de esta celebración es el “Perdón del Pavo”. Cada año, el presidente de Estados Unidos salva simbólicamente a un pavo de ser cocinado. Este acto, que comenzó oficialmente en 1989 con George H. W. Bush, es una tradición que combina humor y ternura, añadiendo un toque ligero a la solemnidad del día.
Al igual que hemos hecho espacio para el Black Friday en nuestras costumbres, el Día de Acción de Gracias bien podría ser una tradición a considerar. No se trata solo de la comida, sino del espíritu que la rodea: un momento para detenernos y agradecer por lo bueno en nuestras vidas, rodeados de las personas que más queremos. En un mundo que va tan rápido, tener un día para reflexionar y compartir parece una idea que bien vale la pena imitar.
Tal vez este noviembre, con o sin pavo, podamos darnos la oportunidad de celebrar a nuestra manera. Después de todo, cualquier excusa para reunirnos, comer delicioso y dar gracias, es una buena excusa.
El Compipe
El pavo, conocido científicamente como Meleagris gallopavo, es una especie originaria de América del Norte, específicamente de México y Estados Unidos. Antes de la llegada de los europeos, las civilizaciones mesoamericanas, como los aztecas y mayas, ya lo habían domesticado, utilizándolo tanto en su alimentación como en rituales religiosos.
Tras la llegada de los españoles al continente americano en el siglo XVI, el pavo fue llevado a Europa, donde rápidamente ganó popularidad debido a su sabor y tamaño. En España, se le denominó “pavo de Indias”, haciendo referencia al origen americano del ave.
Curiosamente, en inglés, el pavo se denomina “turkey”. Este nombre se debe a una confusión histórica: los europeos asociaron inicialmente al pavo con la pintada o gallina de Guinea, un ave africana que llegaba a Europa a través de Turquía. Por ello, comenzaron a referirse al pavo como “turkey fowl” (ave de Turquía), y con el tiempo, simplemente “turkey”.
En diferentes partes del mundo, el pavo recibe nombres variados. En México, se le llama “guajolote”, término derivado del náhuatl “huehxōlōtl”. En Francia, se le conoce como “dinde”, abreviatura de “poule d’Inde” (gallina de la India), reflejando la creencia errónea de que provenía de las Indias. Estos nombres evidencian las confusiones geográficas comunes durante la época de los descubrimientos.
Además de su relevancia en la gastronomía, el pavo ha sido objeto de interés cultural. Por ejemplo, en Estados Unidos, cada año se lleva a cabo la tradición del “perdón presidencial del pavo”, donde el presidente indulta simbólicamente a un pavo, salvándolo de ser servido en la cena de Acción de Gracias. Esta práctica, que comenzó oficialmente en 1989, añade un toque de humor y humanidad a las festividades.
Y ¿para tomar?
El vino ideal para acompañar un pavo con gravy en Acción de Gracias debe complementar los sabores suaves del pavo y la riqueza del gravy, sin abrumarlos. Aquí te dejo algunas opciones que funcionan perfectamente: