Hay restaurantes que no te aparecen en exceso en Instagram, ni hay una docena de “creadores de contenido” diciendo en un video que está delicioso, igual que lo dicen en todos sus contenidos.
El Tigre Vestido pertenece a la categoría de restaurantes donde su mejor publicidad es su comida, la atención y recibe puntos extra por ser un lugar bonito y contar con una hermosa vista de las montañas heredianas de Santa Bárbara de Heredia.
Pertenece al hotel Finca Rosa Blanca, cuenta con área en un salón interior. Sin embargo, creo que si se va al almuerzo, lo ideal es disfrutar de la terraza, porque ofrece una hermosa vista y se disfruta del aire fresco de la montaña.
Como restaurante, ofrece una filosofía que me parece apropiada: ofrecer un menú contenido con pocas alternativas, pero con las que busca esmerarse con el comensal. En total hay ocho entradas, 11 platos fuertes y 7 postres. Algunas de las opciones son vegetarianas, pero no veganas.
Cuando ves el menú, es fácil darse cuenta de que la filosofía de El Tigre Vestido es trabajar con productos frescos locales. Algunos, de hecho, los cultiva en su propia finca orgánica. Chayote, pejibayes, papaya verde, queso Bagaces, maracuyá, yuca y marañón son frecuentes en distintos apartados del menú.
Entrada
Patacones, ceviche, patacones están en el menú. Nuestra alternativa en la visita fue su trío de gallos de pescado ¢11.500: Las tortillas son hechas en el lugar con maíz cascado, una capa de guacamole y, sobre el pescado, un escabeche de repollo.
Si bien la intención del restaurante es buena al hacer sus propias tortillas, la ejecución fue una pena. Estas no lograban mantenerse enteras; tan pronto uno las intentaba tomar en la mano, se quebraron. Lo mejor fue comerlo con cubiertos.
Dejando ese detalle de lado, la combinación del pescado con su cobertura crocante sobre el guacamole queda bien, porque se combina lo salado y la cobertura frita del pescado con la suavidad del guacamole.
Cuando se le suma el escabeche de repollo morado, vas a disfrutar de un contraste con lo ligeramente cítrico o ácido. Esos contrastes hacen agradable en la boca esa combinación de texturas y sabores.
Es una opción que yo compartiría, porque, de lo contrario, cuando se ordene y llegue el plato fuerte, podría ser que se esté con poca hambre.
Platos fuertes
Para demostrarme que no solo de carne vive el hombre, decidí pedir unos ñoquis atomatados hechos de pejibaye ¢13.500. Me resultó interesante la idea de probar unos ñoquis hechos con harina de pejibaye en lugar de los tradicionales de papa.
La salsa está hecha con tomates rostizados, ayote tierno, tomate cherry, albahaca y queso Bagaces.
El plato me pareció una interesante propuesta en la que se le da un cambio a un clásico italiano. Por una parte está el ñoqui hecho con pejibaye, dándole un sabor que nos resulta familiar, tropical, al que en este país personas de todos los niveles socioeconómicos han probado.
Sin embargo, al combinarse con una salsa de tomate, se mantiene en esa tradición mediterránea. Los tomates cherry, por su parte, les aportan frescura y la albahaca ese perfume tan agradable de esta hierba aromática.
Sin embargo, tengo que decir que los trozos de ayote tierno me desconcertaron, porque me recordó más a un picadillo que a un ingrediente que complementara este plato europeo.
Tengo claro que ellos no buscan ser un restaurante italiano, bien, pero no por eso y muy a mi juicio personal, una cosa resultó del todo exitosa con la otra. Y ayote tierno, yo te amo, nunca lo dudes, pero en mi pasta no fuiste protagonista.
Otro elemento que se podría pasar por alto es el queso que usan para espolvorear la pasta. El uso de queso Bagaces, ese queso seco que quienes crecimos en una familia guanacasteca sabemos que es seco y muy salado, le aporta un agradable sabor al plato. Bien por eso y por de verdad intentar revalorizar lo que este país produce.
El segundo plato fuerte por el que nos decidimos fue el arroz con palmito ¢9.000. Ese platillo que es tan popular en muchas celebraciones como Navidad, Día de la Madre y muchos tantos, en especial cuando alguien de la familia no come proteína de origen animal.
La presentación ya denota buen gusto, un sartén metálico que se lleva al horno para que el queso que tiene en su parte superior se funda, se derrita o, como dicen los eruditos, se gratine. Se acompaña con una ensalada verde como guarnición.
En la descripción hablan de un arroz con palmito en salsa bechamel, no nos indican qué tipo de queso. La porción es la racional para una persona adulta que disfrutó de un abrebocas y que no va a comer como si tuviese una semana en huelga de hambre. Pero, sin llegar a ser una cantidad exagerada.
Como desconozco la receta original o los fundamentalismos del arroz con palmito, no me atrevería a decir si estaba con poca salsa o mucha, con poco queso o mucho, con poco palmito o mucho. Sí les puedo decir que estaba de buen sabor, cremoso y si bien con ese gusto que le aporta el queso, pero sin llegar a ser demasiado queso.
Además, me pareció que se cuida el punto de sal, algo que podría fácilmente irsele de las manos a un concertista novato como yo, por no tener en cuenta la sal que ya de por sí le aporta el queso.
Conclusiones
Es un lugar lindo para visitar, el menú ofrece un poquito de todo: carnes rojas, pollo, pescado o vegetariano. La vista y la calma que se respira en sus alrededores es uno de sus mayores activos.
Un poco a considerar son sus precios. No digo que sean baratos ni caros, porque en Costa Rica ya sabemos que todo está carísimo y que lo que es caro depende de a quién se le pregunte. Sin embargo, para mí no es como el lugar al que iría a comer una vez a la semana, no por su sabor, sino por sus precios.
Según su sitio web Eltigrevestido.com , su dirección a la tica es 800 metros norte del Centro de Distribución de Café Britt, Santa Bárbara de Heredia.
Abre todos los días, incluso al desayuno y hasta la cena. Teléfono 2269-9555 restaurante@eltigrevestido.comWhatsApp +506 8368 6697. En redes sociales los encuentran fácil, tanto en Instagram como en Facebook, aparecen como @eltigrevestido.
Y como siempre me gusta dejar claro, en caso de duda, esto no es ni un publirreportaje, ni una colaboración o tan siquiera una invitación, de hecho, no conozco a nadie en el lugar.