¿Qué nos imaginamos cuando nos dicen “comidas típicas”? Yo pienso en picadillos, rice and beans, olla de carne, casados, chicharrones y por ahí va la lista. Yo asumo (puede ser que asuma mal) que cuando se refieren a típico es algo que es propio de un país o región.
Sé que el párrafo anterior es la forma más extraña de iniciar un espacio de opinión como lo es un blog, pero más adelante tendrá sentido, espero.
Con un día libre atravesado, al mediodía agarramos las llaves y nos fuimos a buscar dónde comer. Que no fuera ni muy largo, pero que fuese un paseo chiquito.
Fue así como llegamos a la Garita. En el lugar la oferta es variada, y casi siempre de platillos típicos. Por eso suele ser una zona donde solemos llevar a los amigos extranjeros que nos visitan.
Con el deseo de no ir al de siempre, llegué a Rancho Miriam, donde nos prometían comidas típicas. El lugar es sencillo, con espacio, parqueo y con un menú para desayunos, almuerzos y café.
Al ataque
Como entrada una sopita de mondongo (¢2.850). Llegó como me gusta, calientita, con bastante mondongo y con una tortilla casera.
El caldo tenía buen sabor, se nota que saben cómo llegar a ese punto. Algunos lo hacen con hueso de jarrete, otros con su propio secreto, lo cierto es que yo regresaría y pediría una orden completa de plato fuerte de esta sopa.
Platico fuerte
El menú es sencillo, una hoja impresa por ambas caras. En la sección de platillos especiales uno me llamó la atención: Surtida personal.
La respuesta del salonero al consultarle por este plato fue que es una opcion que trae: Chicharrón, pescado frito, pollo a la plancha, bistec y papas fritas. Por ¢5650 me pareció que podía jugarme el chance.
En efecto es un plato tal cual lo describió quien amablemente nos atendió. Por ese precio me conformo con que el bistec esté suave, el pollo bien cocinado y el chicharrón no estuviera duro.
El comensal recibe por lo que paga, no decepciona, pero desde luego por ese precio nadie espera un plato gourmet. Solo tengo una observación, ni siquiera llega a crítica.
Ese chicharrón del plato no merece llamarse así, a lo mucho eran trozos de cerdos fritos que aunque se parece, no es lo mismo.
El cierre
Un platano con queso (¢2.850), esa extraña combinación entre el postre y la guarnición, entre lo dulce del maduro y lo salado del queso.
Cumplidor, no es el mejor que he probado, pero quita el antojo.
El Rancho Mirian se encuentra 200 metros al oeste del Zooave. Abre todos los días de 7 a 7.
Comida típica
Regreso a mi comentario inicial, ¿a qué llamamos comidas típicas? En el menú de este restaurante y en el de casi todos los de su estilo, se ha sustituido los picadillos por papas fritas; ya el cantonés y los nachos son parte de la oferta y el desayuno tradicional compite con el pinto.
Creo que en la comida no hay que dejar que se pierda la identidad de qué es realmente típico, sino en algunos años tendremos tostadas francesas y huevos benedictinos como parte de las opciones de desayunos típicos costarricense, entre otros.