Hoy te quiero contar una historia: la de un pequeño restaurante con solo tres mesas, incrustado en las montañas de Copey de Dota. Ese lugar, que si no es el paraíso en la tierra, se le ha de parecer. A 2330 metros sobre el nivel del mar, este rústico sitio te embriaga con el verde de todo lo que podés ver a tu alrededor. Disfrutás de una brisa fresca, el sonido lejano de cabras pastando y un paisaje que parece sacado de un cuento.
Aunque parezca fantasía, este lugar existe, y hoy vengo a contarte cómo podés vivir esta experiencia. Te adelanto que esto no es una colaboración ni un reportaje pagado. Es la experiencia más honesta del viaje de cerca de 100 km que hicimos desde Heredia para disfrutar un brunch en Pedregoso Experience.
En Copey de Dota hay una familia que, de manera artesanal, produce lácteos. Se llaman Lácteos Pedregoso, y entre sus productos hay quesos de estilo europeo que, si sos amante de los quesos, vas a disfrutar. Con una finca hermosa, en algún momento se plantearon recibir clientes y prepararles algo de desayunar.
No sé cómo surgió la idea porque no fui a hacerles una entrevista, simplemente fui como cliente. Lo cierto es que tienen un lugar que es mitad cabaña y mitad mirador. Allí instalaron una cocina y tres mesas muy rústicas. Ofrecen una de las vistas más hermosas por las que los mejores restaurantes del mundo pagarían.
El restaurante es atendido por una pareja y una familiar. Él se encarga de la cocina, mientras ellas atienden a los invitados, explican lo necesario y dejan que disfruten la experiencia. Esta atención hace que querás regresar y que contés tu experiencia, como estoy haciendo yo ahora.
Es cierto que el viaje es largo desde el área metropolitana, pero vale la pena. Especialmente si sos de esa generación que pasa la semana entre tecnología, reuniones y redes sociales. Cuando llega el fin de semana, lo único que querés es olvidarte de todo eso y disfrutar. Este lugar es perfecto para desconectarse y reconectar con la naturaleza.
Para llegar, lo más sencillo es buscar el lugar en Waze. Una vez que llegás al portón de la propiedad, hay dos opciones. Si vas en un carro sencillo, podés dejarlo en un pequeño estacionamiento a 50 metros de la entrada y caminar unos 700 metros. Eso sí, el camino es empinado, lo que puede ser difícil para personas mayores o con movilidad reducida.
Si vas en un vehículo 4×4, podés llegar hasta el restaurante directamente. La caminata puede ser cansada porque es toda en ascenso, pero la recompensa lo vale. Al llegar, la vista desde el bistró es espectacular. Aunque es pequeño, con piso de madera y solo tres mesas, el entorno lo hace único y especial.
El lugar tiene una vibra rústica, y la comida sorprende por su sabor. Aunque el cocinero no es profesional, se nota que tiene técnica y pasión por lo que hace. Ahora te voy a contar sobre lo que comimos y por qué vale la pena el viaje.
La comida
En el menú de desayuno podés elegir entre el croissant french toast por ¢5.500, acompañado de torta de huevo, miel, mermelada (posiblemente de uchuva o mora), queso mascarpone dulce y frutas de temporada. Otra opción es la prensada de quesos, hecha con pan de masa madre, jamón curado, queso tipo suizo y queso suave, todo envuelto en huevo, también por ¢5.500.
Nosotros pedimos el brunch para dos personas por ¢28.000. Incluye una bebida caliente, un cóctel (con o sin licor), un tazón de frutas, una tabla de quesos, tostadas con queso mascarpone y tomate cherry confitado, pan, charcutería, trucha, torta de huevo con vegetales, papas en gajos, aguacate al grill y plátanos maduros a la naranja.
Aunque parece mucha comida, está pensada como una degustación. Probás todo sin desperdiciar y quedás satisfecho. Cada plato está bien presentado en porciones individuales, ocupando toda la mesa.
Los sabores son increíbles. Incluso el queso de cabra, que no es de mis favoritos, me gustó combinado con los otros ingredientes. El café tiene una acidez marcada, típica de la zona de los Santos, con un aroma que te hace cerrar los ojos para disfrutarlo más.
Los aguacates asados fueron una sorpresa. Su corteza ligera contrasta con la suavidad interior, y podés comerlos solos o acompañarlos con pan o papas. Las papas en gajos, coronadas con queso mascarpone, son una explosión de texturas y sabores.
La tabla de quesos es un festín para los amantes de los lácteos. Probás desde un suave mascarpone hasta un intenso queso de cabra. Combinar los quesos con la jalea de uchuva es una experiencia que no se olvida.
Sugerencias
No pretendo decirles cómo hacer su trabajo, pero tengo un par de sugerencias que podrían considerar para el futuro.
En cuanto a cómo llegar sin un carro de doble tracción, es importante ser enfático: no son solo 700 metros de caminata, sino que son empinados. Si no tenés buena condición física, caminás con bastón o usás andadera, puede ser difícil llegar a la cima donde está el restaurante.
Por dicha, muy amablemente, y sin que sea parte de su responsabilidad, ellos nos recogieron para facilitar el trayecto y luego nos llevaron de regreso. Sería una buena idea que ofrezcan este servicio de manera oficial, incluso cobrando por él, ya que estoy seguro de que la mayoría lo pagaría con gusto.
Otra sugerencia es que sean más claros al describir los ingredientes de los platillos. Por ejemplo, en la torta de huevo habría agradecido que me avisaran que llevaba cebolla, para pedir que no la incluyeran.
Y hablando del café, a mí me encanta tomarlo sin azúcar ni leche, pero sería un buen detalle que ofrezcan opciones como leche de cabra o vaca, por si alguien las prefiere.
Por último, cuando nos explicaron los tipos de queso de la tabla incluida en nuestro desayuno, la explicación fue muy breve. Como productores, creo que podrían dedicar al menos un minuto a describirlos, ya que sería interesante aprender más sobre ellos. Ahora bien, reconozco que nosotros llegamos tarde y nos tuvieron que recoger a mitad del camino, lo que tal vez influyó en que no profundizaran en los detalles.
Regresar
Sí, sin duda volveremos para probar los almuerzos, que incluyen pastas, hamburguesas, bruschettas y tablas de quesos. La puntualidad es clave porque solo atienden con reservación. Recordá llevar una hielera si querés comprar sus quesos.