La Hilda: Costras, camarones y una finca de café

Enero y sus días veraniegos son una buena excusa para salir un domingo a dar una vuelta, recorrer lugares bonitos y, desde luego, almorzar o tomar café. En palabras sencillas, un paseo de un día.

Esta vez la aventura nos llevó a Poás, Alajuela, al restaurante La Hilda, ubicado entre San Pedro de Poás y Fraijanes, a la orilla de la carretera principal.

No hay duda de que lo primero que atrae es su belleza. Desde la carretera se ve un lugar de madera que evoca las construcciones de décadas atrás. Además, está rodeado de cafetales de una finca con el mismo nombre y, para rematar, goza de una vista cautivadora, o cuando menos atractiva, de una parte del Valle Central.

Oferta gastronómica
Uno pensaría que por la zona, muy turística, la oferta serían casados con nombres jocosos y gallos variopintos. Pero no, en su lugar hay una oferta que va desde algunas bocas como en cantina, comidas tipo soda y platos fuertes de carnes a la parrilla, pescados y chifrijo.

Los precios varían desde ¢2.000 hasta ¢12.500 más el famoso impuesto de servicio. Nada difícil sería incluirlo en el menú, pero sigue siendo una práctica frecuente de los restaurantes no hacerlo.

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Lo primero fueron unos frijoles tiernos con arroz por ¢3.080 impuestos incluidos. ¿Cómo resistirse a ese gran clásico de cantinas de pueblo?

Lo sirven acompañado de arroz blanco y un trozo de aguacate. De lo que ordenamos, este fue mi menos favorito. Para mi gusto, le faltaba sazón y sabor, y, si bien se dejaban comer, preferiría pedir otra cosa en una futura visita.

La otra opción fueron sus palitos rellenos de queso, también con un valor de ¢3.080 i.i. Una porción de seis unidades y un aderezo para remojarlos.

En años recientes me he topado con que, la mayor parte de las ocasiones, cuando te ofrecen en el menú palitos de queso, son lo que llaman tequeños: una pasta de harina que envuelve un trozo de queso en su interior.

Estos, en cambio, eran empanizados, lo que les da una textura crocante. El aderezo tiene un buen sabor, como para acabarlo, y son una opción ideal para compartir.

Plato fuerte
Confieso que tanto mi esposa como yo elegimos nuestro plato principal más por curiosidad que por otra cosa. Con un nombre como “Costra” uno no entiende mucho qué esperar. Cuando preguntamos, nos detallaron que básicamente es una quesadilla, pero que reemplazan la tortilla de harina por una “costra” de queso fundido en la plancha.

Hay cuatro opciones de costras: pollo, camarón, lomito y carne mechada. Los precios van desde ¢7.590 hasta ¢8.690. Estas se acompañan de papas fritas en gajos, aguacate, cebollita en escabeche, además de una ensalada verde con lechugas, repollo, tomate cherry y aderezo.

La primera que probé fue la de camarones, y me gustó. Definitivamente se las recomiendo. Tiene una cantidad justa, se siente que estás comiendo camarones, y estos tenían un buen sabor. Además, se complementan muy bien con el queso fundido y todo el sabor de su interior.

La de pollo es básicamente lo mismo, solo que se cambia la proteína por la “vieja confiable”, el pollo mechado, que va de maravillas con queso y aguacate.

Atención
Un saludo al llegar hace que uno se sienta de verdad bienvenido. Quien nos atendió fue muy amable. Un detalle importante es que, al tener una vista tan agradable y ser un lugar bonito, es muy apetecido, así que no se extrañen si deben esperar unos 30 o 40 minutos por su comida.

Los encuentran en redes sociales como @RestauranteLaHilda, y tienen este número de teléfono: 4081-1834.