Uno es 100% influenciable, por eso es de lo más normal del mundo que cuando vamos a la playa posiblemente nos antojemos de ir a comer mariscos o pescado. Sí, es obvio: el sonido del mar, la idea de ver esos pescaditos en un sartén y las delicias que un buen cocinero puede hacer con productos frescos.
Por eso, en un frustrado viaje de trabajo a Jacó terminé almorzando en el restaurante de Clarita, que está frente a la playa. El lugar está en la primera planta de lo que parece un nuevo edificio de condominios o un hotel.
Es una hermosa terraza que ofrece dos opciones: unas mesas con sombrillas plegables bajo el sol o en la terraza dentro del restaurante.
La atención es bastante buena. Hay un personal amplio, por lo cual en poco tiempo uno está allá muy bien atendido. Éramos dos personas, como es usual en caso de que vaya con mi esposa a la mayoría de restaurantes, y entonces nos dividimos.
Ella, por su parte, se interesó en disfrutar de un ceviche de pescado acompañado con patacones. El menú indica que son trozos de marlin marinados en limón, servidos con chips. El precio: ¢8.487 ya con los impuestos incluidos.
Lejos de parecer uno de los ceviches tradicionales que todos conocemos, que viene con bastante limón, cebolla, culantro picado, en algunos casos chile dulce, este ceviche parecía más lo que conocemos como un ceviche peruano. Sin embargo, no lo era.
Distaba mucho del sabor que normalmente uno encuentra en un ceviche peruano. La proporción o la cantidad estaba bien, sin embargo, la opinión de este que escribe es que le faltaba más acidez. Yo entiendo que existen prácticas desde hace muchos años donde, para disminuir un poquito la acidez del limón, se utilizan gaseosas y algunas otras bebidas.
No sé si es el caso. Lo cierto es que le faltaba acidez y un poquito de sal. Entonces, para mí, basado en mi opinión y experiencias, es un ceviche que yo ni recomendaría tal cual nos lo sirvieron, al menos, ni volvería para ir a probar.
Plato fuerte
Recuerdo que en una ocasión el dueño de La Lluna de Valencia me comentaba acerca de por qué los restaurantes de paella, o al menos su restaurante, tenían tan buena recepción entre los costarricenses. Esto era porque los ticos disfrutamos mucho comer arroz, comidas con arroz, platos que usen arroz. Y yo creo que la sabiduría de ese señor es muy cierta.
¿Por qué digo esto? Porque yo quería comer un plato de arroz con mariscos. A mí me gustan los mariscos y me encantan, pero me encanta además combinarlos con arroz. Es que, de verdad, se disfruta muchísimo. En mi caso, lo disfruto muchísimo.
Y sí, desde luego, hablando en este caso de preparados a la tica. ¿Por qué? Porque existen otras formas de preparar arroz con mariscos, por ejemplo, en la comida china o en la comida española, por mencionar solamente dos tipos de gastronomía.
En este caso decidí pedir el arroz con mariscos, ¢10.947 impuestos incluidos, que incluye papas fritas, una ensalada fresca y, por supuesto, un arroz que combina mejillones, almejas, camarones, aros de calamar, pescado y, por supuesto, no podría faltar una jaiba en medio de todo esto.
La cantidad me parece una buena cantidad. Yo quedé completamente satisfecho. Incluso compartí con mi esposa. La ensalada me gustó porque no se siente, como me ha ocurrido en algunas ocasiones, que uno va a un lugar y parece que la ensalada estuvo almacenada en un enfriador mucho rato. Por el contrario, se siente fresca.
En cuanto a las papas, aquí diría yo que es lo más decepcionante. Yo sé que voy a ser necio, terco con esto, creo, yo estoy seguro de que se pueden hacer papas fritas verdaderamente ricas y no necesariamente acudir a comprar papas congeladas que, al final, cuando se cocinan, son realmente aburridas, no le aportan nada a un plato en un restaurante donde se busca que el comensal, muchos de ellos extranjeros, disfruten. Y, por cierto, sus precios no son baratos.
Hablemos ahora sí del arroz: un buen sabor, buen punto de sal, una buena cantidad de mariscos. A mí lo único que sigo insistiendo: yo preferiría que no me pongan una jaiba en medio de ese arroz. Lo único que esto hace es estorbar.
Yo entiendo que este tipo de marisco o producto, al momento de hacer un fondo de mariscos, aporta sabor. Pero en el arroz lo único que hace es estorbar, porque ni siquiera es que esté decorando, porque viene revuelto en medio de todo lo que se sirve.
¿Que si te recomendaría ese platillo? Sí, la verdad es que sí, porque tiene un buen sabor, viene bien sazonado. Estamos hablando, desde luego, de un arroz con mariscos a la criolla, costarricense, y en una porción generosa.
Los precios
Hay un dicho muy costarricense que todos conocemos: “vuelve Petra con calentura”. Bueno, y yo otra vez, una vez más, insisto: ¿por qué les resulta tan difícil a los restaurantes poner los precios con los impuestos que la ley les exige?
Ah no, por el contrario, prefieren poner una leyenda enorme que dice: “estos platillos o estos precios no incluyen ni el 10% de servicio ni el 13% de impuesto de las ventas”. ¿Por qué? O sea, si ya ustedes van a cobrar lo que van a cobrar es porque creen como restaurante que valen eso, pero no traten de disimular como para que la gente se emocione pensando que el precio es uno y al final terminen pagando otro.
¿Y saben por qué yo me pongo, o regreso una y otra vez a este tema del precio con los impuestos? Porque en Costa Rica existe un reglamento a la Ley 7472, artículo 37, que dice que en los menús, carteles o folletos, en los medios de divulgación de los precios, tiene que estar escrito de manera clara y sin leyendas engañosas como “impuestos no incluidos”.
Entonces, básicamente, lo que hace este restaurante es no respetar la ley. Por eso es el tema. No es que a mí se me antoja o algo por el estilo, es que la ley lo exige.
¿Pero qué es lo que pasa? Que a nadie, o a muchas personas en este país, le importa cumplir artículos como este de la obligación que tienen los restaurantes con sus consumidores.
De hecho, lo que hace este restaurante es justamente lo que dice la ley que no debe hacer: poner una leyenda que dice “no incluye impuestos”. Señores, eso está mal, y no me lo invento yo, pueden ver la Ley 7472.
Bueno, si quieren saber también un poquito qué otros productos van a encontrar en el menú de este restaurante, encuentran desde algunos muy propios de un restaurante de mariscos, como dedos de pescado, aros de calamar, ceviches de diferentes tipos como de camarón.
También van a encontrar arroz con camarones. Podrían encontrar también, por ejemplo, sopa de mariscos, mariscadas, que, por cierto, una mariscada para dos cuesta casi ¢60.000. Pero bueno, ese no es el tema. También pargo rojo entero y algunas otras opciones de platos fuertes como carne de res a la parrilla, pollo, algunas opciones más como de comida rápida o comida mexicana, por ejemplo: hamburguesas, nachos de pollo, tacos.
Los precios, como les decía, el más alto me parece que es la parrillada de mariscos para dos, que ronda los ¢60.000. Y de ahí hacia abajo empiezan los precios. Por ejemplo, las entradas que dice uno que suelen ser lo más accesible, andan en ¢8.000 en adelante.
Conclusiones
Bueno, podemos concluir que siempre que vayamos a la playa, si se nos va a seguir antojando —obviamente si nos gustan los mariscos y el pescado—, ir a buscar mariscos frescos, un pescado fresco. Lastimosamente, tenemos que pasar por dos situaciones: una, o encontrar un restaurante con precios muy altos; o dos, tener que investigar, indagar, explorar para buscar de esos lugares locales donde se cocina muy bien, donde se trabaja con producto fresco y los precios son bastante razonables.
Ellos abren todos los días de 8 a. m. a 10 p. m., teléfono 2643-3327. En redes aparecen como @Claritashotel.