¿Qué te pareció la comida?, esa suele ser una de las preguntas más frecuentes cuando visitamos un restaurante. La respuesta podría ser tan corta como bien o mal y todo lo que cabe en medio de ambas.
También podría ser algo más amplio, que te cuente la experiencia, eso es lo que suelo preferir, porque usted no va a un lugar, come y se va (bueno a veces sí, pero no debería ser). Uno va a vivir una experiencia, a que te atiendan y a pasar un momento bonito junto a alguien.
Por eso quiero contarles que ir a Bistro 59, en Santa Ana, es una experiencia bonita desde que uno llega. Es un local que junto al parqueo tiene una zona al aire libre donde se puede disfrutar de una tarde calurosa del cantón, acompañada de unas agüitas de tamarindo.
Luego está el restaurante, parece que era una casa que fue remodelada para funcionar como restaurante y la verdad es que en el interior les quedó muy bonita.
Y aún tiene una tercera zona, una terraza en la parte trasera y hasta mesas y sillas bajo unos “palos” enormes, que me recordaron mis vacaciones en Orotina hace unos 25 años.
Lo que probamos
El menú tiene dos caras, una la de las propuestas más de bar combinado con comida callejera (street food que llaman los muy cool) la otra más de bistro o restaurante.
Pedimos una opción de cada cara de este menú.
Lo primero una ensalada Caesar con pollo (¢7.500 impuestos incluidos). Como gordito sin remedio sentí que la porción era pequeña en relación a su costo, pero digamos lo de siempre con los precios: Cada restaurante tiene derecho a poner y valorar cuánto cuesta su oferta.
Lo que si fue un desacierto fue el punto de sal. Muy salada sinceramente, confirmado por mi esposa que es tan amante de la sal que siempre le digo que se mida y no abuse de ella. Le dijimos al mesero cuando nos preguntó qué tal estaba la comida y se comprometió a informar en la cocina.
De la cara más de bar me hizo ojitos unos nachos de la casa, los Nachos Bistró (por cierto o le ponen en el nombre la tilde a bistró o se la quitan de los nachos, porque o es Bistro o Bistró) que por ¢9.800 impuestos incluidos, prometía pollo y pulled pork.
Lo primero a notar es que era una montaña, algo enorme. Se veía que tenía una cantidad importante de ingredientes como: Frijoles, cebollín, queso rallado, salsa de queso, guacamole, pico de gallo, un aderezo que creo que era natilla y pollo. Descubrí que era pulled pork o pollo, pero no ambos como dice el menú, pero eso es lo de menos.
Lo bueno, una porción abundante (al menos así me lo pareció y siento que eso explica el precio), también los ingredientes. Usted va comiendo los totopos o tortillas tostadas y siempre tiene algo que ponerle, incluso hasta la última porción.
La presentación también estaba bien, no por ser una especie de montaña con un montón de ingredientes tiene que ser un caos visual. Por eso es que dicen que todo entra por la vista.
Personalmente, aunque ya eso puede ser hilar fino, no me gustaron las tortillas que usan. A mi juicio estaban pasadas de tueste, de cocción, se ven muy negritas y su sabor no es el mismo que otras menos cocidas.
Los detalles para ir
¿Fue una embarcada? No. Volvería, sí claro, ojalá por ahí de las 3 o 4 pm para disfrutar una bebida espirituosa en sus zonas libres o bien una noche que no tengan música en vivo, para una cena en el interior del restaurante y así terminar de formarme una opinión del lugar.
Dirección, dice en su Instagram @bistro.59santana que es 50 metros al norte y 50 metros al este de la plaza de deportes del INVU en Pozos de Santa Ana. Teléfono 8922-1627 Abren toda la semana, a las 11:30 am y de lunes a viernes tienen almuerzos ejecutivos.